lunes, 20 de julio de 2009

El Verano es...


- La estación del calor.
- El amor está en el aire.
- Ligeras las ropas, ligeros los cascos.
- En una isla tranquila, con Troy Donahue.


- Sudor, piscina y terraza.
- Lo que los países del Hemisferio Sur deben añorar estos momentos.
- De repente, Sebastian y su prima en la Costa Brava.


- Nubes traicioneras.
- Asfixiarse, con o sin aire acondicionado.
- Sé lo qué hicisteis el último.
- Los Beach Boys...


- ... y otras temibles cancioncitas.
- Testigo de tantos despertares sexuales.


- Luzca ese bikini, guapa.
- Quítese la camiseta, machote.


- "Weeds", "True Blood" y "Mad Men".
- Añorar la sombra.
- Cambios asegurados para Josito Montez.
- Estación favorita de Robert Mulligan, de Tennesse Williams y de William Inge.


- Sin gracia si hay que trabajar.
- La playa rules.
- Bah, todo se olvida cuando llega septiembre.

viernes, 17 de julio de 2009

Besos


El beso consagra el afecto a través de los labios.
Desde el discreto saludo hasta el filetazo imperial, todos nos besamos, con mayor o menor fortuna, con más o menos deseo, con unas u otras intenciones.


La pantalla se enamoró pronto de los ósculos.
El primero fue "El Beso", de los Lumière, que hoy resulta pacato y nada sexy.
En su momento, supuso un revuelo mayúsculo, que lo tachó de improcedente y obsceno.


Con el tiempo, no sólo se toleraron los besos en las películas, sino que se deseaban. El mundo aprendió a besar gracias a Valentino y a la Garbo.
Los actores expresaban las calenturas de los personajes a través de los labios; el beso era el símbolo del sexo, especialmente si la escena iba seguida de un intrigante fundido a negro.


Hitchcock, consabido maestro del morbo, fue el rey de este tipo de insinuaciones. Basta echarle un vistazo al legendario morreo de "Notorious" (Encadenados) para comprobar la tesis.


Los novios se besan cuando se les declara casados, las abuelas prorrumpen en sonoros ósculos en las mejillas de sus nietos y, si los amigos más cordiales se encuentran, se dan dos besos como señal de reconocimiento y alegría de verse.


Las princesas catalépsicas de los cuentos de hadas piden morreo como infalible despertador, y si quieres besar a Adrien Brody, lo mejor es darle un Oscar.


La mayoría de los hombres heterosexuales no se besan entre ellos, y prefieren el recio apretón de manos, las palmaditas en la espalda y otras muestras más o menos agresivas de reconocimiento mutuo, que indique que se quieren y se aprecian, pero sin mariconadas.


Evidentemente, los homosexuales no dudan en besarse en las mejillas, en los labios y en todas partes.


Todos quieren besarse. Por eso, antes de que se acabe el mundo, bese usted.


Acérquese a su objeto de deseo y, con una mano, acaricie suavemente su mejilla, tocando sus labios con los suyos.


Bese sin fuerza, pero con contundencia; sin prisa, pero con el apuro de la emoción.
Poco a poco, proceda a fundirse en un abrazo abrumador, con las lenguas como siguientes protagonistas.


No entregue excesiva saliva, no requiera participación alguna de los dientes. Juegue, sea creativo y apasionado.
Entréguelo todo en un momento y retírese al siguiente.


Y no lo haga por nada. Sólo por el placer de sentir al otro.


Porque usted, amigo mío, ha nacido para besar.

jueves, 16 de julio de 2009

Tim DeKay


Te presentamos a Tim DeKay, actor de reparto en numerosas películas y series, hombre sexy y figura de culto gracias a su participación en tres títulos a revisar.


La película "Big Eden", comedia dramática de temática gay, fue la primera vez que pusimos los ojos en este caballero.


En esta película, dulce pero completamente implausible, DeKay interpretó al amor platónico del protagonista, tan macizo como indeciso.


Ha sido la HBO quien ha apostado decididamente por este actor, pero, desafortunadamente, lo ha colocado en dos de sus series menos exitosas.


No obstante, ya sabemos que involucrarse en cualquier proyecto de esa cadena equivale autómaticamente a alcanzar la inmortalidad catódica.


En la fascinante, inacabada "Carnivàle", DeKay interpretó a Clayton Jones, apodado "Jonesy", la estrella del béisbol devenida en trabajador de circo a causa de una terrible lesión de rodilla.


Un papel memorable para una serie mayúscula, que tendrá su artículo exclusivo próximamente.


La desafortunada cancelación de "Carnivàle" no arredró a Tim DeKay, que, desde mediados de los noventa, sabe lo que es nadar con fuerza en las aguas de Hollywood, ya sea en gran o pequeña pantalla.


Volvió a la HBO hace dos años con "Tell me you love me", ambiciosa radiografía de parejas en terapia, donde Tim compartía matrimonio, crisis de mediana edad y apatía sexual con Ally Walker.


Fue otra serie interrumpida, en esta ocasión tras su primera temporada, por motivos nunca del todo aclarados.


¿A la tercera irá la vencida? Esperamos con impaciencia una nueva oportunidad para disfrutar de Tim DeKay.


De momento, queda rastrearlo en la inmensa cantidad de títulos en los que ha participado.


Este actor imponente, de físico muy norteamericano y en el exacto punto de madurez, ha permitido que Josito Montez vuelva a enamorarse y ya ha le ha pedido en matrimonio.


Pero, ¿qué pasará entonces con Henry Cavill?

lunes, 13 de julio de 2009

El Teatro es...


- El arte de la representación.
- Mascaradas de la época.
- Desde el íntimo mónologo hasta el gran espectáculo musical.


- Risas y tragedias de un mundo inventado.
- Telón, reverencia y ovación.
- Ensayo general.
- Cortesía helena.


- Acto y entremés.
- El Stage Door.
- Refugio preferido durante tiempos especialmente duros.


- Lágrimas del momento cumbre.
- Anteojos que escudriñan desde los palcos.
- La fe de la cuarta pared.


- Obsesión de los magníficos, como cualquier arte.
- ¡Broadway!


- ¡Shakespeare!
- Donde acuden los actores en busca de prestigio.


- Candileja, camerino y bambalina.
- Libreto y morcilla.


- Devorado sin piedad por su propio hijo: el cine.
- Templos de la música y la dramaturgia.


- No disparen al apuntador.
- Tablas.
- Bah, mejor una película porno gay.

domingo, 12 de julio de 2009

Joanne


Ha sido la mujer más envidiada del mundo durante cinco décadas.
Pero la mujer de Paul Newman fue, además, una de las grandes actrices de su generación; un estatus que decidió llevar con discreción, quizá eclipsada por el carisma y la popularidad de su marido.


Joanne Woodward era una niña mitómana que adoraba Hollywood.
La leyenda cuenta que, en el estreno de "Lo Que el Viento Se Llevó", Joanne, con sólo nueve años de edad, se coló en la limusina de Laurence Olivier y corrió a sentarse en su regazo.


Tanta emoción por el estrellato ajeno no se corresponde a la Woodward que conocimos después, que prefería enfrascarse en los desafíos interpretativos que perder el tiempo en celebraciones glamourosas.


Una belleza rubia muy poco convencional, Joanne irrumpió en escena a mediados de los cincuenta, compaginando cine, televisión y Broadway.
Dicen que acudió aterrada al rodaje de "El Largo y Cálido Verano"; allí estaba su amor imposible, el hombre que deseaba y que no podía tener.


Se habían conocido años antes y la atracción fue mutua y evidente, pero Paul Newman estaba casado y se impuso la convención.
Pero, después de "El Largo y Cálido Verano", no hubo vuelta atrás. Joanne se convirtió en la segunda esposa de Paul en 1958.


Suponían la pareja más particular de Hollywood, que conjugaban atractivo, talento y fidelidad.
Una ecuación que parecía imposible.
Newman resolvería la incógnita con una famosa declaración al respecto: "¿Para qué salir a por una hamburguesa cuando tengo un steak en casa?".


1958 sería el año dorado de la Woodward, cuando "Las Tres Caras de Eva" se confirmó como éxito inesperado.
En ella, interpretaba a un ama de casa con triple personalidad, cuyo caso clínico se resolvía en términos de psicoanálisis.
Ganó el Oscar a la mejor actriz, y decidió entonces que su especialidad e interés era incorporar a mujeres de psique turbulenta.


A partir de su matrimonio, Joanne vivió prácticamente adosada a los proyectos de Paul; en todo caso, éstos siempre correspondieron a intereses comunes.


Newman y Woodward se declaraban adictos a los estudios de represión sexual e hipocresía social, y consideraban la obra de Tennessee Williams como la mejor de las opciones.


El ejemplo preclaro de su armonía es "Rachel, Rachel", que supuso el debut de Paul Newman en la dirección.


Joanne fue la protagonista, en un papel que encontraría suculento: una maestra de escuela, virgen en plena treintena, que sigue viviendo con su madre en el desolador panorama de la América profunda.


Asqueados de la Costa Oeste, Joanne y Paul se asentaron en su apartada casa de Connecticut, pero nunca pusieron el parón ni a sus carreras artísticas ni a sus inquietudes políticas y caritativas.


El pasado septiembre, Joanne despidió al amor de su vida, tras cincuenta largos y cálidos veranos juntos.