martes, 6 de septiembre de 2011

Hechizos de "True Blood"


No hace falta ser un hombre imponente para llegar y conquistar "True Blood". Ahí está Fiona Shaw para sostener la teoría.
Desde su primera aparición, se proclamaba la reina de la función, dentro del cuarto año de la serie de Alan Ball.


Marnie Stonebrook, la modesta hechicera de tienda esotérica, se convertía súbitamente en la mayor amenaza para todos los vampiros.


Ella misma confesaba que estaba poseída, de manera voluntaria, por el espíritu de una bruja centenaria, condenada a la pira por la Inquisición Española.


En la vena de genial absurdo y chocante artificiosidad por la que corre "True Blood", Marnie clamaba:
- ¡Soy Antonia Gavilán de Logroño!


Martonia y sus conjuros nigromantes han propiciado amnesias, chamusquinas y peelings muy fatales.


En conjunto, ha sido una buena revisitación del mundo de las brujas y la brujería, pero se nos antoja breve.
¿Para cuándo una serie de calidad dedicada por completo a tan incendiarias mujeres?


Esta gran villana de la cuarta temporada de "True Blood" está interpretada por una actriz irlandesa de alto nivel.


Fiona Shaw es una intérprete labrada y construida en el teatro clásico.
Entre otros papeles, la Shaw se ha metido en las pieles y psiques de Medea, Hedda Gabler o Electra para las tablas británicas.


Como no se puede tener más cara de actriz secundaria, ha vivido reclamada por pantallas a ambos lados del océano, sin más escrúpulo que la laboriosidad que caracteriza a las actrices de toda la vida.
El público ha terminado por reconocerla como Petunia Pearsley, la irritante tía de Harry Potter.


Durante cierto tiempo, Fiona Shaw se dejó ver de la mano con la también actriz Saffron Burrows, con la que mantuvo una relación.


Hoy Fiona se dice "felizmente soltera" y contempla 2011 como un año glorioso.
Participa en "Tree of Life", de Terrence Malick, y su arribada a la televisión norteamericana no ha podido ser más espectacular.


No sólo de Martonia ha vivido "True Blood".
La serie de vampiros, sexo y magia ha optado por una narrativa sofisticada y, como resultado, el nivel de disparate ha estado más controlado que nunca.


Aún así, sus primeras escenas aseguraban el delirio, con Sookie perdida en un hortera país de las hadas.
La heroína telépata regresaba a Bon Temps, al estilo Rip Van Winkle: una siesta para ella fue una vida para los demás.
Esa elipsis temporal tan oportuna se revelaba como el mejor entrante posible.


Saltar en el tiempo y ver a los personajes en nuevas situaciones es una técnica narrativa exquisita, que debería usarse más en las series norteamericanas, a veces demasiado lastradas por la férrea continuidad.


Debajo de sus folletinescos argumentos, los temas básicos de "True Blood" han seguido discurriendo con fuerza.


Entre ellos, las luchas por el poder, los conflictos políticos y sociales entre los diferentes, la dificultad de las relaciones sentimentales y la agresividad que termina emanando de todo lo anterior.


Debbie y Alcide han protagonizado los momentos más interesantes.


Entre la indecisión, el miedo y la dependencia, se retrata una relación que se desprende auténtica por paralítica.
Debbie y Alcide viven atrapados en la comodidad, abocados finalmente al fracaso.


Alexander Skarsgård, el titán sueco del que nadie puede apartar la mirada, no se ha dejado amedrentar por el huracán Martonia.


Eric Northman se llevó una amnesia del duelo de poderes, pero la resultante bondad rousseaniana le hizo ganar finalmente a Sookie.


Ésta, de nuevo, the luckiest girl in town, con el corazón y el deseo entre el atormentado Bill y el salvaje Eric.
Ella misma lo ha dicho. ¿Para qué elegir?


Como contrapartida, habría que señalar un defecto ya congénito de "True Blood": le cuesta demasiado matar a sus personajes.


Cuatro años después, su reparto original está al completo; una cuestión bastante extraña para una saga fantástica.


Y, sobre todo, en una serie que versa sobre la muerte y la no-muerte, y donde cada capítulo acaba con un estallido de violencia que se promete fatal.


Que las salidas de los personajes sean mínimas no sólo asegura un dramatis personae abarrotadísimo, sino que resta imprevisibilidad.
Por mucho cliffhanger, ya sabemos que nuestros queridos se van a salvar de todos los peligros.


En cualquier caso, "True Blood" se mantiene como todo lo que ha sido siempre: la súper comedia de los terrores, la metáfora más curiosa sobre los conflictos sociales de su país y la considerable fiesta de disfraces donde todos quisiéramos ser invitados.


El próximo domingo, prorrumpe en una season finale que se anuncia decisiva.
Podemos adelantar que llegará Scott Foley, actor reconocible por "Felicity" y "The Unit", y visto recientemente en "Anatomía de Grey".


Foley interpretará a un viejo compañero de armas de Terry Bellefleur, y formará parte integrante del reparto a partir de la quinta temporada.
Para esa nueva ración de "True Blood", queda mucho tiempo.


Pero ya no sufrimos como antes. Sabemos bien que esperar su regreso se ha hecho parte de la emoción.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien dicho todo.

Anónimo dijo...

¡Qué grande True Blood, Dios mío!
Gracias por tu análisis, me ha encantado.